Fragmento de Niadela, de Beatriz Montañez.

«Una pareja, dos mitades de una misma carne. Condenados a amarse y a odiarse; a ser capaces de llevar a cabo el mayor de los milagros por amor y el peor de los crímenes por celos; condenados a no entenderse, a no olvidarse. Nos culpamos, nos perdonamos y nos volvemos a culpar. Tú Logos, yo Eros. Tú el seco racionalismo, yo la entrega a ciegas. Tú el interés objetivo, yo el amor vacío. ¿Por qué me empeño en esperar que el otro me dé algo que nunca he tenido, cuando ni siquiera he sido capaz de conseguirlo por mí misma? ¿Por qué el otro debería tener la respuesta a una pregunta que aún no he formulado? ¿Por qué me empeño en otorgarle atributos que no tiene y en dotarlo de defectos de los que carece? ¿Cómo es posible desear un derecho exclusivo sobre alguien cuando yo misma no soy capaz de renunciar a nada? Antes de compartir mi vida con un desconocido tengo la obligación de saber quién soy. Antes de ser nosotros debo ser yo.

Alguien me enseñó las palabras y aprendí a hablar, alguien me dio un lápiz y aprendí a escribir, alguien me trasmitió los códigos y aprendí a ser educada, alguien me enseñó las leyes y aprendí a convivir. Sin embargo, nadie ha puesto nunca en mis manos, mis oídos o delante de mis ojos aquello que realmente necesito saber, porque de poco sirve lo que he aprendido si el que habla, el que escribe y el que convive es solo el fruto de lo que los demás han hecho de él y no el suyo propio. Si conozco al otro a través del diálogo, estoy obligada a conocerme a mí misma a través del mismo método. Nadie me ha enseñado esto, pero es la única herramienta verdaderamente válida. Cuando haya alcanzado un cierto grado de auténtico conocimiento de mí misma, no limitarme a saber lo que quiero, sino saber si tengo la capacidad suficiente para conseguirlo, habré obtenido cierta sensatez y mucha tolerancia, cualidades indispensables par ala convivencia. Solo entonces podré preguntarme: ¿existe el amor? Seguramente responda que sí, pero no suele estar donde primero se busca. ¿Es posible que dos personas que se aman convivan, no ya felices, sino dando lugar a una existencia satisfactoria? Todo dependerá del trabajo que haga su memoria. Olvidar cada mañana, cuando se despiertan uno al lado del otro, todo aquello en lo que se parecen, les hará recordar lo importante de verdad, respetar todo aquello en lo que son diferentes.

Creo firmemente en la necesidad de poner en marcha una asignatura obligatoria sobre el conocimiento de uno mismo mediante la que los adolescentes avancen hacia la madurez aprendiendo a discernir lo que desean teniendo claro si sus capacidades se adecúan a sus pretensiones. Aunque cada vez está más claro que al sistema en el que vivimos no le interesan las personas sabias, sino una masa domesticada por la incertidumbre».

El amor es un gesto hacia afuera que comienza primero por una mirada hacia adentro. El mayor compromiso es con una misma.

2 thoughts on “ La otra mitad ”

  1. A veces es útil mirar dentro del otro para verse uno mismo reflejado. No somos tan diferentes. Yo he buscado en los demás lo que está dentro mío o he descubierto lo que no quería ver en mi. Así que pienso que el amor es aprender a amar, ver un poquito más cada día.

    Me gusta

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s