Al otro lado de la ventana el viento pone del revés y vapulea la ropa de la vecina. Bragas y trapos de cocina se elevan y aterrizan en un arbusto. Camisetas y vaqueros en el suelo.
Ella sale y las recoge y vuelve a colgarlas en las cuerdas asegurando cada prenda con dos o más pinzas.
El viento sigue soplando. Fuerte, mucho. Las pinzas ofrecen poca resistencia.
¿Por qué insistimos en navegar a contra corriente
y sin embargo, no deja de sorprendernos nuestro
naufragio?
Buena comparación paula👍
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Lo de navegar contracorriente es un camino dificil pero no imposible
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