A propósito de El principito

Este verano Nalini nos propuso un ejercicio muy simple: cerrar los ojos y visualizarnos a nosotras mismas de pequeñas. En ese momento rompí a llorar. Me encontré con una niña asustada y triste a la que no había prestado atención por mucho tiempo. Tiene razón Saint-Exupéry, todas las personas mayores hemos sido niños, pero a menudo se nos olvida.

Me regalaron El principito por mi 17 cumpleaños, una edición en español con el texto original en francés y las acuarelas del autor. Recuerdo que comencé a leerlo esa misma noche, después de haber celebrado una fiesta en casa con amigas, y que lo terminé a la mañana siguiente. Desde entonces siempre lo tengo en el cabecero de mi cama y siempre que lo necesito revisito esos extraordinarios lugares y personajes. Sobre todo cuando estoy triste.

El otro día fue uno de esos dîas en los que una desearía poder ver más de una puesta de sol. Había terminado de leer Siddhartha y me había dejado con una gran sensación de vacío. Seguro que sabéis de lo que hablo. Cuando me metí en la cama vi El principito en la mesilla y lo cogí. Empecé leyendo las notas en pósit que había ido dejando la última vez que lo leí, este verano. Y terminé volviendo a leerlo de nuevo.

Como el propio autor dice en la dedicatoria -que me parece preciosa, por cierto- El principito es una obra para niños, para los niños que las personas mayores llevamos dentro. Es una crítica al mundo en que los adultos vivimos, sumidos en nuestras preocupaciones irrelevantes y dejando de lado lo verdaderamente importante: el amor, la amistad, la inocencia.. todo aquello que no puede verse con los ojos, ni contarse, ni monetizarse. Esto queda reflejado en los encuentros que el pequeño príncipe tiene con las personas o animales que va conociendo a su paso por los distintos planetas. Últimamente, en estos días de cuarentena, al igual que el principito, encuentro que estos hombres adultos –entre los que me incluyo– estamos demasiado ocupados en asuntos que nada tienen que ver con lo que es la vida realmente.

De todas las historias, mi favorita es sin duda la del zorro. Además de por lo bello que encuentro el relato, lo cierto es que guardo especial cariño a este animal cuando es representado en personajes infantiles animados. El protagonista de mi cuento favorito de la niñez también era un zorro, el pequeño Colín. Hablo del maravilloso libro de Debi Glori Siempre te querré, que tantas y tantas veces he pedido a mi madre que me leyera. También pienso ahora en la película Fantastic Mr. Fox de Wes Anderson.

Nada en el universo sigue siendo igual si en alguna parte,
no se sabe dónde, un cordero que no conocemos
ha comido, sí o no, a una rosa.

El Principito

En cuanto al estilo, el cuento está narrado en su mayoría con frases simples, propias del género de los cuentos infantiles. Destacan sobre todo los diálogos del principito con los otros personajes. Son estos los que hacen avanzar el relato y es a través de ellos como vamos conociendo más acerca de este misterioso personaje y su modo de entender la vida. Por otro lado, el narrador de la historia es el aviador, quien años más tarde cuenta lo que le sucedió durante esos días que compartió con el pequeño príncipe mientras reparaba su avioneta. El propio Saint-Exupéry, en uno de sus viajes, también sufrió un accidente en el Sáhara, por lo que podemos decir que tiene algo de autobiográfico. Leo en internet que él y el camarada con quien viajaba tan solo contaban con un par de piezas de fruta y algo de agua y vino, por lo que a los pocos días, como consecuencia de la deshidratación, sufrieron alucinaciones. Afortunadamente, un beduino los encontró y rescató. Sin embargo, años más tarde, Saint-Exupéry despegaría de un campo de aviación de Córcega para una misión de la que no regresaría jamás…

Disfruto mucho releyéndolo, como digo, cuando estoy triste y cuando necesito pasar tiempo con mi niña interior. Estos días también me acuerdo mucho de mis nenas del cole. Pienso en cómo estarán pasando ellas el aislamiento y las echo de menos. Cada día me vienen emocionadas con una cosa distinta y ver el juego y la inocencia en el brillo de sus ojos es maravilloso. A veces siento, que nunca sabrán lo importantes que han sido para mí, y que ellas me enseñan más de todo lo que pueda enseñarles yo. En el cole, hay un póster con el famoso dibujo del “sombrero” que dice: “Si aquí ves un sombrero, te hace falta leer”. Un día, haciendo el tonto, les dije que ese dibujo era una boa que se había comido a un elefante y ellas, entre risas, me decían que eso era imposible. La semana siguiente una de ellas vino corriendo emocionada para contarme que tenía razón, que su mamá le estaba leyendo el cuento y que había visto el dibujo. Quise saber qué le estaba pareciendo, pero no tuve ocasión de preguntárselo. Me hizo pensar qué lectura puede hacer un niño del libro y qué interpretación habría hecho yo misma si lo hubiese leído cuando era más pequeña. Porque nada en el universo sigue siendo igual si en alguna parte, no se sabe dónde, un cordero que no conocemos ha comido, sí o no, a una rosa… ¿Verdad? 🌹

Sinopsis
Un aviador sufre un accidente quedando aislado en mitad del desierto del Sahara. Mientras intenta reparar su avión aparece de la nada un pequeño príncipe que ha abandonado el planeta donde vivía y se ha embarcado en una travesía por el universo. Poco a poco, el principito le va confiando al aviador cómo ha sido su paso por otros planetas, habitados por los personajes más excéntricos que le convencen de lo extraño que es el mundo de los adultos.

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