2.667. Ya llega el tren. Esperaré al siguiente. Yo también podía haber sido conductora de un tren de metro. Pero no quise. No quise ni quiero; siempre a oscuras, siempre en túneles, siempre a solas. No me parece un buen lugar para vivir. A mí me hubiera gustado ser la jefa de la estación de Callao. Y poder gritar “¡Viajeros al tren!”. Todavía me acuerdo cuando mi padre me dejó usar su silbato por primera vez. Ahora las puertas se cierran solas y hacer eso no tiene sentido. Es estúpido y todo el mundo pensaría que estoy loca. La primera vez que subí a un tren tenía las manos pegajosas de algodón de azúcar. Mi padre me dejó pasar a la máquina. Mucha gente no sabe que los trenes también tienen volante. Los niños de ahora no saben nada.

2.668. Me hubiera gustado ser la jefa de un periódico. Regalaría uno a todo el mundo que pasase por la estación de Callao. ¡Y yo podría quedarme con las mejores noticias! Las recortaría y las pegaría en un cuaderno. Primero las rompería. Si tengo tijeras con tijeras, si no, pues nada. Y luego las pegaría. Guardaría sobre todo las noticias de alquileres y los anuncios de la venta de edificios. Siempre me ha gustado ver pisos nuevos. Pero lo que más me gusta es cómo huelen. Aunque verlos sin amueblar siempre me resulta muy triste. Una casa vacía es peor que una familia rota. Mis padres se compraron uno por seiscientas mil pesetas. ¡Si yo pudiera compraría toda la Gran Vía! Y todas las mañanas al despertar lo primero que vería por la ventana sería Callao.

2.669. Hace poco una mujer cayó por las escaleras de Callao y murió. No le importó a nadie. La policía etiquetó su cuerpo como 112. Otra más, una menos, qué más da. Pero yo sí que la conocía. Al tiempo unos periodistas vinieron preguntando por ella, esos siempre van buscando la carroña. Se llamaba Rosa, Rosita Lema. En mi epitafio pondrá que era la mujer más bella del mundo. A mí también me hubiera gustado ser artista. Rosita fue muchas cosas. Pobre.

2.670 días en la calle. Hoy no he visto ninguna noticia que me interese. Queda un minuto para que llegue el tren. En mis bolsillos solo llevo un silbato. Ya llega. Al fin y al cabo, 113 no me parece un mal número.

2 thoughts on “ María de la O ”

  1. Otra vez me haces subirme a un medio de transporte y consigues que no se me haga pesado el trayecto😂.Descubri una historia interesante y dramatica,que raro que escribas drama(apenas te gusta xd).gracias por descubrirme esta historia real,me quedaba esperar la lavadora de ropa blanca,la del programa largo!!!!!!

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