Tumbados
así
no encontrábamos el lugar y la cuesta nos trajo hasta aquí
cuatro ventanas cerradas y el olor de nuestro sexo caducado
suerte que el coche no era descapotable porque entonces la historia hubiese sido otra
Tumbados
así
no encontrábamos el lugar y la cuesta nos trajo hasta aquí
cuatro ventanas cerradas y el olor de nuestro sexo caducado
suerte que el coche no era descapotable porque entonces la historia hubiese sido otra